La inhibición sexual, compartida por muchas mujeres después de dar a luz, puede responder a una causa. A partir del parto, aunque también puede ocurrir ya durante los meses de embarazo, el bebé pasa a ocupar el lugar de único objeto de deseo para la madre.
Ese cambio experimentado por la mujer suele expresarse con un desinterés por el sexo, aunque no siempre ocurre así. A veces, se manifiesta con una disminución de las ganas de hablar, de estar con la pareja, de trabajar, etcétera.
Esto puede durar varios meses, en ciertas ocasiones incluso años. Es el tiempo que la madre necesita para “reacomodarse” y volver a encontrar su posición como mujer. Durante este período, abrirse a la pareja y tratar de expresar lo que cada uno siente, junto con un esfuerzo mutuo de comprensión y afecto, puede ayudar a ambos a sobrellevar la nueva situación.
Si esa etapa de readaptación de la mujer se prolonga en exceso, puede terminar afectando muy seriamente a la pareja y también al desarrollo del niño porque dificulta su relación con otras personas y objetos, además de su madre: en la medida en que ella mantiene al bebé como su único objeto de deseo, el pequeño hace lo mismo con ella.
Con frecuencia, no es fácil salir de esta dinámica. Lo ideal sería poder detectar a tiempo el problema y evitar que se hiciera crónico.
Si al cabo de unos meses después del alumbramiento, además de ese rechazo hacia el sexo, la mujer se da cuenta de que siente una fascinación excesiva por su hijo, que la lleva a querer estar sólo con él; si percibe un desinterés por las cosas que anteriormente la atraían; si observa que siempre le parecen mal las observaciones de su pareja y que cada vez está más irritada con él, debe reflexionar sobre qué está pasando y, si es necesario, solicitar la ayuda de un profesional.
via crecebebe.com
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